Sintonía Fina y
Cacerolazos
Entre los que no se fueron
y los que quieren volver
La polarización política
entre el gobierno y la oposición burguesa está instalada. Ocultos están
muchos aspectos del programa reaccionario de la oposición que se agazapa tras
los cacerolazos. La agenda de lucha de reclamos de los sectores populares,
intenta ser cajoneada por estos dos bloques.
Asistimos a una situación
económica difícil para los de abajo: la inflación que carcome entre un tercio y
una cuarta parte de nuestros salarios; despidos y suspensiones; paritarias
frenadas, y un salario mínimo de hambre pactado entre burocracia sindical,
estado y empresariado; recortes provinciales y conflicto con estatales...
Elementos que son parte de la Sintonía Fina , y a los que se suman la sanción de
un Presupuesto para 2013 presentado por el ejecutivo, donde el gasto social
está por debajo de la inflación real, y una ley de ART a medida de la UIA , votada conjuntamente
entre el kirchnerismo y el PRO. En este escenario, los cálculos oficiales según
los cuales es posible alimentarse con $6, resuenan más insultantes que nunca.
El “8N”
El último cacerolazo, que
compartiendo el envoltorio marketinero proveniente del país del Norte se
presentó como el “8N”, fue una masiva movilización con participación
preponderante de los sectores medios y altos, aunque con presencia de sectores
que no necesariamente pertenecen a la “pequeña burguesía”, como son
trabajadores y empleados urbanos. Aunque el que marchó el día 8 no es un bloque
homogéneo, y en este segundo episodio se vio una composición algo más
variada, lo cierto es que la derecha logró acaudillar en su iniciativa a otras
capas afectadas por la falta de poder adquisitivo. Con mayor habilidad que en
el cacerolazo del 13 de septiembre, se notó cierta adecuación de las consignas
hacia lo que podría llamarse la “corrección política”: se pedía explícitamente
desde la convocatoria no portar proclamas agresivas. Pese a este maquillaje,
podían verse no pocos estandartes que comparaban a Argentina con Venezuela
desde una óptica inconfundiblemente macartista; no menos pudieron apreciarse
consignas contra el aborto, Cuba, o la izquierda en general –a la que
grotescamente se asocia a este gobierno-. Otros carteles apelaban a las
críticas al oficialismo por la inseguridad, o contra la re-reelección. En
muchos casos se hablaba de una defensa de la Constitución Nacional ,
la misma que heredamos del Pacto de Olivos en los ’90. Es cierto que pudieron
verse mezclados también reclamos contra la inflación, la megaminería o el
impuesto al salario. Pero en esa heterogeneidad, quien capitaliza la mayor
parte de las demandas y las resignifica es la derecha opositora. Son quienes
levantan un programa aún más regresivo para nuestra clase que el vigente (mayor
liberalización de la economía, reducción drástica del gasto público, etc.).
De nuevo cacerolas, pero
sonando distinto
Estas cacerolas no suenan
como las de 2001, sencillamente porque en aquellos días la llamada clase media
se recostó en la lucha de los sectores populares, que veníamos desde hace años
peleando contra una desocupación con picos del 35 %. Había sido el movimiento
piquetero el que encabezó la resistencia, y la gravedad de la crisis fue la que
unió momentáneamente a ambos sectores. Las cacerolas del “8N” lejos están de
los piquetes y la lucha junto a los pobres de nuestro país. Lejos están de un
proyecto de igualdad social y verdadera distribución de la riqueza; tan
lejos como lo está el gobierno que ha beneficiado a un sector empresarial que
ha obtenido inmensas ganancias bajo su gestión. El kirchnerismo, que ha
aprendido la lección burguesa que plantea que para mantener la gobernabilidad
es necesario ceder algunas reivindicaciones a los sectores populares, es ahora
cuestionado desde arriba por muchos de sus mayores beneficiarios. Dando
respuestas que se limitan a circunscribir esta disputa interburguesa en el “7D”
y la reacción del Grupo Clarín ante eso, el gobierno niega la magnitud y
profundidad de la crisis política. Recompuesta en gran medida la gobernabilidad
cuestionada en 2001, una buena parte de los capitalistas se lanzan contra la
redistribución de las migajas del llamado “modelo”.
En un río revuelto
Nos hallamos en una situación
política compleja, en donde las veredas no siempre están del todo claras; por
eso, ante la crisis política y choques por arriba, es preciso saber identificar
cuáles son los intereses que se ocultan detrás de cada frase o cada accionar.
Por eso es indispensable estar atentos y visualizar que los promotores del “8N”
contienen una ideología y un programa derechista, aunque se hayan esforzado por
presentarlo de manera más edulcorada en esta movilización. Es ingenuo pensar
que pudiesen estar preocupados por resolver los problemas del país los Macri,
De Narváez, Alfonsín Jr. y la UCR ,
el “Momo” Venegas, o grupos monopólicos como Clarín.
El papel de la izquierda
Resulta lamentable ver cómo
muchos grupos, compañeros y activistas malgastan los escasos recursos con los
que contamos actualmente en la izquierda yendo a hacer sonar las cacerolas
porque, nos dicen, “ahí están las masas”. Como si una manifestación masiva,
pero cuestionable desde muchos puntos de vista, entre ellos su composición
social predominantemente clasemediera, y fundamentalmente su programa
antipopular, fuese la única expresión válida del pueblo. O como si el pueblo,
teniendo en cuenta que hubo sectores populares movilizados, no pudiera
equivocarse y marchar ocasionalmente bajo banderas que no lo representan en sus
intereses de clase.
Muchos grupos de izquierda,
detrás de la premisa de que “hay que intervenir”, creen –o, al menos,
argumentan- que repartiendo volantes de manera casi evangélica están dando una
disputa política. Por la actual agenda y la composición que caracterizan estas
movilizaciones, la izquierda no tiene posibilidades serias de disputar la
dirección política de los cacerolazos que –insistimos- llevan un rumbo
marcadamente derechista. Resulta caricaturesca la idea de que un puñado de
activistas vaya a torcer los ejes meticulosamente elaborados y propagados en
una convocatoria que se cimenta en arraigados prejuicios sociales.
Hay fuerzas que justifican su
participación hablando de combatir de ese modo la ausencia de la izquierda en
la "movilización de masas"… Desde Hombre
Nuevo creemos muy saludable
que hayamos sido muchos los ausentes: tanto de esta marcha como de las marchas
junto a las patronales del campo, del vergonzoso apoyo al pseudo-amotinamiento
de represores, como también de los actos oficialistas. Esto no quiere decir que
seamos “abstencionistas”, o que sigamos la lucha de clases desde un monitor de
computadora. Nuestra caracterización de la etapa, más allá de la crisis
política y económica actual, nos posiciona en un período de acumulación de
fuerzas, donde es preciso, para no contribuir a una nueva derrota de nuestro
pueblo, cuidar como el bien más preciado la independencia de clase, y huir
como de la peste de cualquier atisbo de posiciones camaleónicas. Mantener la
independencia de clase, forjando activamente espacios para el reagrupamiento de
los que luchan, espacios intermedios que den respuestas políticas en la calle, poniendo
en discusión un programa para un proyecto emancipatorio para nuestro país; para
que la ardua lucha por el socialismo se dé en el terreno concreto, y no sólo en
los volantes.
En este contexto, debemos
asumir que desde las organizaciones de nuestra clase no tenemos aún la fuerza
para direccionar estas movilizaciones desde abajo y a la izquierda. Aunque
provisoriamente nuestro camino y el de muchos laburantes que marcharon
recientemente no sea el mismo, es preciso mantener la coherencia, porque esto es
lo que verdaderamente servirá para clarificar los intereses en pugna a nuestros
hermanos de clase, y no una prédica confusa asociada al oportunismo con perfume
electoral.
El paro nacional
En el plano sindical, que no
deja de compartir fuertes puntos con el político-electoral, la CTA Micheli y la CGT Moyano han
convocado un paro general para el 20 de noviembre. La necesidad de medidas de
lucha unitarias para enfrentar en el plano nacional a los avances tangibles que
el gobierno y los empresarios dan sobre el salario, ya sea mediante la
inflación o mediante recortes en puerta, chocan nuevamente con la dirección
política de las centrales que llaman a estas medidas. La justeza de reclamar
por la actualización del salario mínimo hasta los $5.000, o la eliminación del
impuesto al salario; de pedir el 82% móvil para todos los jubilados o la
derogación de la llamada “Ley Antiterrorista”, se ven desdibujados prontamente
por la especulación política de Micheli, aliado al FAP de Binner y recostado en
las patronales sojeras; y por el sindicalismo empresario de Moyano, pegado al
peronismo recalcitrante y coqueteando con Macri y Scioli.
Pese a estas direcciones,
aquí la que juega es nuestra clase. Por eso es que sí debemos dar disputa en
esta cancha: la de la recuperación de nuestros sindicatos de manos de la
burocracia, la de no regalar ninguna consigna para que sea usada en una agenda
digitada por armados políticos patronales, la de no relegar las movilizaciones
callejeras. En este sentido, el paro del 20 es una fecha de disputa para los de
abajo. Aunque tampoco en ella tengamos la capacidad torcer en lo inmediato la
dirección actual del conflicto hacia un plan de lucha de orientación clasista,
sí es nuestro ámbito, y sí debemos mantener esa perspectiva y esa exigencia.
Sin depositar la menor expectativa en las actuales conducciones de las
centrales y en sus armados político-electorales, es preciso pelear para
instalar en esta fecha nuestros reclamos y nuestra agenda.
Impulsando medidas con
sectores clasistas y con todos aquellos que sean independientes de los partidos
burgueses, es preciso poner en marcha una verdadera alternativa en medio de
esta disputa por arriba. Sin marchar deshilachadamente detrás de ningún sector
patronal, sea sindical o político, sino consolidando la unidad de los que en
2001 dejamos la vida en las calles para que
se vayan todos; parándonos en la vereda de enfrente de los que no se fueron
y también de los que quieren volver.
Agrupación Hombre Nuevo - 13 de noviembre de 2012
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