Un crimen, una muerte y un panorama abierto
Hoy también decimos organización y lucha
El 20 de octubre cayó asesinado Mariano Ferreyra, militante popular que se encontraba participando del reclamo de los ferroviarios tercerizados de la ex línea Roca. Las balas de la burocracia sindical de Pedraza fueron las responsables del crimen del joven integrante del Partido Obrero. Junto a esas balas, la zona liberada por las fuerzas represivas estatales, que como siempre aportaron su cuota de impunidad. Fueron miles los que en la Plaza de Mayo manifestaron su repudio a las patotas sindicales y le exigieron justicia a la presidenta ante la Casa Rosada.
Actualmente se hallan detenidos seis miembros de la patota de la Unión Ferroviaria, pero ningún dirigente político de ese grupo de choque cuya autonomía para planificar un crimen es impensada.
El miércoles 27, muy lejos de allí, fallecía el diputado y ex presidente Néstor Kirchner. El líder del PJ moría súbitamente, dejando un vacío considerable en el escenario político-institucional. Su fallecimiento generó la movilización de un sector amplio de la clase trabajadora, identificada con algunas conquistas obtenidas durante su gestión y la de su esposa. En este otro caso, también miles ocuparon la Plaza de Mayo. Entre ellos, pudo verse a punteros del Conurbano y burócratas sindicales de la CGT; pero también trabajadores y amplios sectores del pueblo, que visualizan en este gobierno una referencia para sus aspiraciones de justicia social.
Con estos últimos, hermanos de nuestra clase, compartimos muchos anhelos y esperanzas: las de cambio social, las de enjuiciar a los genocidas de la dictadura, las de una integración con América latina. Con los primeros, gobernantes y funcionarios, burócratas y matones, no compartimos ni podremos compartir jamás nada: son los responsables de la precarización laboral, como ayer fueron cómplices de las privatizaciones; son los garantes de la miseria en la que aún está sumida una gran parte del pueblo. Son, sin ir más lejos, los asesinos de Mariano Ferreyra, como es el caso de los matones de la Unión Ferroviaria; o los cómplices del asesinato de Kosteki y Santillán, como Aníbal Fernández, ex Secretario de Presidencia de Duhalde y actual Jefe de Gabinete.
Nos solidarizamos con los muchos trabajadores honestos movilizados ante la muerte de Kirchner: con ellos nos unen aspiraciones que están emparentadas; nos separan, en cambio, métodos y referencias. Como militantes, no despreciamos las reivindicaciones puntuales: creemos que bajo el kirchnerismo la clase trabajadora logró, parcialmente, obtener algunas conquistas. El juicio a los genocidas de la dictadura, de alcance acotado todavía; el subsidio por hijo, incompleto pero presente; el acceso al Plan Argentina Trabaja, cercenado por las garras del punterismo del PJ; la estatización de las jubilaciones, aunque con el imperdonable retaceo del 82% móvil… No desconocemos estas reformas, pero como clase debemos aspirar a más que eso. Todos los aspectos anteriores permiten avances, pero todos guardan relación con luchas que preceden al kirchnerismo. Luchamos por reivindicaciones concretas, pero señalamos que no son un fin último. Decimos, como lo decíamos antes de la muerte de Kirchner, que el reformismo no es un camino más largo para llegar a una sociedad justa, sino que es un camino que nunca llegará allí, y por ende no es nuestro camino.
Los que aspiramos a una sociedad sin explotación, no podemos conciliar nuestro andar con los monopolios y empresarios que, también durante el kirchnerismo, se están enriqueciendo como nunca. Mientras este gobierno subsidia al sector empresarial, la pobreza y desigualdad mantienen una presencia inaceptable, con niños que mueren de hambre de a decenas, como en Misiones. Mientras este gobierno estructura su poder en el aparato del PJ, con Scioli y los intendentes bonaerenses; con Gioja y las megamineras; con la CGT de Moyano, Pedraza y Zanola, el pueblo trabajador, incluido ese sector que lloró a Kirchner como su referente, ve imposibilitada su participación real y es totalmente ajeno a la toma de decisiones.
Quienes asoman de la vereda de enfrente ante la ausencia de la figura de Kirchner son, sin dudas, los miserables de siempre: Macri, el Grupo Clarín, gran parte de los terratenientes, los sectores más recalcitrantes. Muchos de ellos eran, hasta ayer, aliados: como el estanciero Solá, como el pusilánime Cobos. Cuando vemos a una derecha al acecho, no pensamos solamente en el La Nación y Duhalde, sino también en los barones del Conurbano. Cuando pensamos en el sindicalismo patronal y patoteril visualizamos a Cavallieri y Barrionuevo, pero también en la mafia de millonarios y gángsters que comandan la CGT oficialista.
Porque las conquistas de los trabajadores le pertenecen a los trabajadores, nos proponemos defenderlas ante cualquier intento de avance reaccionario.
Porque no nos resignamos a lo existente, ni nos dejamos atemorizar con el fantasma de lo peor, que hoy y siempre está a la vuelta de la esquina, apostamos a seguir construyendo con el pueblo, de manera independiente de los patrones, la burguesía, el estado.
Porque no negociamos la sangre de nuestros caídos, nos paramos en la vereda opuesta a la burocracia asesina, y exigimos juicio y castigo a los responsables políticos y materiales del crimen de Mariano Ferreyra.
Porque queremos poder para los de abajo, apostamos a la organización de nuestra clase, sin la tutela de ningún funcionario ni puntero: ni los de la derecha impresentable, ni los del pretendido progresismo.
Nos organizamos desde abajo porque nuestra meta es el socialismo.
Hoy también decimos: organización y lucha
Equipo de redacción de La Llamarada
Agrupación Hombre Nuevo - 10/11/2010