Replicamos la nota Editorial y de coyuntura:
Habla Spies
Les molesta vernos en las calles, el piquete, la huelga general. Les jode tanto porque saben que así cuestionamos el derecho más incuestionable de este sistema: el derecho a explotarnos durante toda nuestra vida. Las gomas prendidas en una ruta, las máquinas apagadas y nuestros cuerpos en la calle clamando algo más que pan, pero también pan. Les jode. Les duele que no vayamos a sus fiestas de escarapelas tridimensionales, que no elijamos reinas, que no cambiemos las banderas rojas por las carrozas patrióticas. Les duelen las canciones de atriles populares, que no se cantan en el salón dorado, les duele que no lleguen las mercancías a destino y que el puente diga Darío y que el puente diga Maxi. Les jode que aprendamos de nuestros abuelos y de nuestros hermanos, por eso desdibujan al Eternauta, que no paseaba por la nieve como quien reparte margaritas, por eso edulcoran al Che, por eso resumen a Marx, por eso silencian a Lenin.
Desde Lorea hasta Arroyito, desde Chicago hasta Las Heras corre nuestra historia espiralada de verdugos y mártires. Falcón da la orden y avanza el escuadrón cargándose hombres y niños por igual; Sobisch da la orden y Poblete revienta la luneta de un 147, llevándose al maestro; Duhalde da la orden y arrasan Avellaneda. Luego, el silencio por un rato, luego nosotros volcados en la calle, parando el país, haciendo banderas con rostros de los nuestros, alzando las pancartas con sus nombres para que sean un faro, para que no sea en vano la sangre de ningún hijo del pueblo, de ningún obrero, de ningún mártir.
La bonaerense no da abasto, y los noticieros nos llenan de motochorros, de afanos y nos crean la necesidad de más represión. Con el discurso de la inseguridad, duplican oficiales, convocan a los chacales retirados, al verdugo a sueldo, al barra tercerizado, al milico ocioso. Todo el operativo montado para que sus ganancias sigan intactas, para que su miedo siga intacto, para que el césped en sus campos de golf siga verde esperanza y para que las piscinas de sus countries huelan a cloro y a paz.
Al movimiento obrero que paró el país hace semanas -digan lo que digan lo amanuenses de la progresía nacional y popular, más preocupados por los piquetes que por el Foro Empresarial-, le oponen una batería de proyectos legislativos para que nosotros, los trabajadores y el pueblo desposeído, conviva con ellos, los que circulan, los que nunca protestan. Hay que ver sus zapatos tan acostumbrados a la alfombra roja y al mármol de Carrara, tan preocupados por la circulación del automovilista, que conmueve. ¡Por favor!, no embadurnen la represión con falsa democracia. Lo que les jode es la huelga y que los engranajes de sus máquinas no los hagan más ricos de lo que ya son. Ya sabemos que van a hacer hasta lo inhumano para deshumanizar cada vez más nuestras vidas; sabemos que el problema con ustedes -enemigos nuestros- es político y no va darse una tregua. Lo sabía Engel, lo sabía Parsons y Lingg lo sabía. Mientras sus filósofos de Canal Encuentro se horrorizan de nuestros palos, de nuestros rostros tapados, habla Spies. Sigue hablando todavía.
Y dice sus verdades, mientras los verdugos adornan el patíbulo. Habla August Spies, el periodista, el tapicero, el inmigrante, y nos desata un nudo en la garganta a todos los trabajadores del mundo, en todos los primeros de mayo por venir: “Honorable juez, mi defensa es su propia acusación, mis pretendidos crímenes son su historia”.
PARA FRENAR EL AJUSTE, ES TIEMPO DE LUCHA
Devaluación, inflación que le viene ganando al salario, acuerdos con los organismos internacionales y criminalización a los que luchan. El fin de ciclo kirchnerista encuentra a un gobierno que asume el programa de la oposición de derecha antes de que la propia oposición pueda ejecutarlo. Desde abajo, la organización y la lucha crecen, pero resta avanzar en unidad de acción y en proyección política.
"Le pedimos a nuestros empresarios que valoren el inmenso esfuerzo que hemos hecho estos años" sostenía la presidenta Fernández de Kirchner en su discurso de apertura de las sesiones del Congreso Nacional. Una solicitud de buena voluntad hacia los sectores empresariales de cara a la finalización de su mandato y en el marco del fin de ciclo kirchnerista. Atrás ha quedado la verborragia oficialista de “vamos por lo que nos falta”, o “nunca menos”. El gobierno se ha dispuesto a guardar en el ropero las pancartas que hablaban de soberanía nacional y se apronta a acordar con el FMI, el CIADI, Repsol, el Club de París y los fondos buitres. Con el mismo puño se firman los pactos con los organismos internacionales y se escriben los proyectos de criminalización de la protesta social.
Luego de una década ganada por los empresarios se han confirmado los límites estructurales del capitalismo dependiente argentino que el partido gobernante no sólo no revirtió, sino que usó como pilares: megaminería contaminante, sojización, fracking; aspectos de una economía basada en el saqueo de recursos naturales, pero también en la tercerización laboral y en la precarización del trabajo y de la vida de millones. El marco reciente de devaluación y ajuste desembozados ha implicado, por un lado, un golpe a la clase obrera y el pueblo; por el otro, el ensanchamiento en la fractura entre el rumbo del gobierno y el de los trabajadores.
A pesar de casi 10 años de crecimiento de la economía a tasas chinas, no se han resuelto ni remotamente algunos problemas elementales de nuestra clase: no existe acceso a la vivienda popular, la educación y la salud se mantienen fuertemente desreguladas y privatizadas, el transporte permanece mayormente en manos de monopolios y siendo deficitario (y sus patronales subsidiadas). En la actualidad, con una inflación proyectada para 2014 que va del 35 al 40%, el “capitalismo serio” adopta como respuesta a la crisis económica un pretendido techo salarial del 23 %. Éste fue superado por la lucha, en gran medida por una épica huelga docente. En medio del aumento de las tarifas de servicios y transportes, y los particularmente altos niveles de inflación en los alimentos (que parecen solo estar “cuidados” en los afiches de La Cámpora o de Unidos y Organizados); en medio de la avanzada represiva que pretende limitar la protesta social clasificándola como “ilegítima”, el rumbo del gobierno ante la crisis económica y el revés sufrido en las urnas parece ser la adopción íntegra de la agenda reaccionaria de la oposición de derecha representada en los Massa, Macri y Binner. Hace alrededor de dos años, mediante una cadena nacional, la presidenta decía: "Siempre hay que optar, en la economía nada es neutro, cuando se le da a uno, es porque lo pone el otro". Así de claro y didáctico lo explicaba: la economía no es neutra, muestra de ello es que en Argentina existen 15 millones de pobres, 5 millones de indigentes y un 40 % de precarizados, solo para brindar algunos datos. Es claro, lo que se le quita a los trabajadores va a parar al bolsillo de los empresarios. La tan festejada “política de inclusión” de este gobierno se basó en gran medida en “redistribuir” ingresos dentro de la clase trabajadora vía fondos del ANSES. A su vez, la devaluación de principios de año, significó para los banqueros una ganancia extraordinaria de más de 9.000 millones de pesos, al ser intimados a liquidar sus activos excedentes en dólares solo después de que el aumento de las divisas se concretara. En la actualidad, una vez más, pretenden que la inflación y el ajuste le ganen al salario; quieren que la crisis de los capitalistas la paguemos los laburantes.
Sucesiones y continuidades
Cerrada la posibilidad de continuidad kirchnerista en torno a la definición de los candidatos presidenciables, la disputa principal parece desplegarse al interior del PJ, ya sea con una “sucesión” vía Scioli o una “renovación” vía Sergio Massa. El silencio presidencial al respecto es notable, e inquieta a los distintos sectores del oficialismo que hacen sus apuestas por la herencia de la candidatura principal. Por su parte, el PRO o la coalición FAUNEN, con pequeños matices, no difieren en la orientación política de ajuste, reducción de gasto público y golpe a los bolsillos de los sectores más pobres de nuestro pueblo.
En respuesta a la contundencia del paro del 10 de abril, que incluyó una significativa y activa participación de la izquierda, el “gobierno de los derechos humanos”, de la mano de Carlos Kunkel y Diana Conti, presentó dos proyectos de ley que criminalizan la protesta social. En uno, apadrinado por Pedrini, del FpV chaqueño, directamente se faculta al Ministerio de Seguridad para desalojar protestas que considere “ilegítimas”; esto es si no cumplen con plazos de aviso o si no acceden a negociar con sus “mediadores”. En otro, de la mano de Conti, se habla de manera más edulcorada de similares fines: despejar cortes, liberar por la fuerza carriles en los piquetes. Este segundo proyecto, más a tono con el espíritu bienpensante que aún acompaña al gobierno, contempla una incompleta y ambigua “amnistía” para dirigentes sociales procesados. Una contradicción andante, que demuestra el carácter escenográfico del progresismo kirchnerista: se concedería amnistiar algunos procesados hasta la fecha como moneda de cambio para garantizar la represión y los nuevos procesamientos de aquí en más. El espíritu de estas iniciativas contó con el apoyo caluroso de Sergio Massa y Mauricio Macri. No obstante, señalaron que el proyecto del FPV “llega diez años tarde”. Además, el massismo presentará a través del diputado Darío Giustozzi su propio proyecto de ley para restringir los piquetes. En el mismo sentido en las próximas semanas se comenzará a tratar una similar iniciativa en la legislatura porteña con origen en el macrismo.
En un contexto de empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, todo el arco político burgués aplaude al unísono los proyectos para criminalizar la protesta social. Esto no es ninguna novedad para los trabajadores; ya hemos aprendido que cuando se trata de cuidar las ganancias empresarias todas las fracciones capitalistas sean “nacionales y populares” o clásicamente neoliberales se unen en contra de los intereses de la mayoría.
Una respuesta necesaria y varias tareas pendientes para nuestra clase
Llegamos a este nuevo primero 1º de mayo con dos importantes muestras de resistencia y movilización popular contra los planes del gobierno. La histórica huelga docente de 17 días en la Provincia de Bs. As contó con numerosas instancias de movilización y masivas asambleas de los SUTEBA recuperados más las de autoconvocados allí donde dirige la burocracia. Además, demostró en las calles la capacidad de lucha de decenas de miles de trabajadores de la educación. Se obtuvo una conquista parcial en términos económicos (lo acordado está muy lejos del valor de la canasta familiar) pero se consiguió el no-descuento de los días de paro y se perforó el techo salarial del 23 % previsto por el gobierno. El triunfo docente es un triunfo político para todos los trabajadores, en tanto nos muestra el camino a seguir. La presión de las bases logró embretar a la burocracia sindical de Yasky y Baradel, siempre dispuesta funcionar como dique de contención servil a los intereses gubernamentales. La fuerza desde abajo, el destacable el rol de las seccionales opositoras y la participación del conjunto de la izquierda aportando a una opción combativa y antiburocrática hicieron que para la burocracia fuera imposible levantar la medida de fuerza por televisión, como acostumbra.
El segundo acontecimiento significativo fue la contundencia del mencionado paro general del 10 de abril. Un paro convocado por la burocracia, no ajeno al tironeo reaccionario de personajes como Barrionuevo y Moyano, y la derecha peronista, o del propio Micheli y el FAP. Pero a su vez, un paro que plantea la necesidad de pelear por el salario; un paro que las conducciones antiburocráticas tomaron en sus manos y que encontró a la izquierda y el clasismo en la calle, marcando una diferencia metodológica y programática.
Sin embargo resta mucho por hacer. Y lo que resta, se da en –al menos- dos planos. En el inmediato, bregando por una mayor unidad de acción para enfrentar el ajuste. En segundo lugar, por construir una herramienta política que represente a la izquierda revolucionaria. Desde nuestro lugar, sabemos que no hay “una sola izquierda”, como se presume en muchas intervenciones del sector que hoy es mayoritario, el FIT. Numerosas organizaciones del país estamos orientando nuestro esfuerzo de manera firme y sin pausa por construir una izquierda revolucionaria, que logre superar el hegemonismo, que no limite su intervención política al plano electoral y que se plantee verdaderamente el problema del poder. El momento actual nos exige mayor responsabilidad política frente a la unidad y sin lugar a dudas nos pondrá a prueba. Si somos capaces de abandonar los sectarismos y la autoproclamación permanente podremos avanzar en la consolidación de un proyecto anticapitalista, la única esperanza para los trabajadores.
Agrupación Hombre Nuevo-