Hasta la victoria siempre, compañero Deli
Con profundo dolor, informamos la muerte de nuestro querido compañero Fernando Deliens, ocurrida en el día de ayer en un trágico accidente.
“El Deli”, entrañable y joven compañero de tan solo 24 años, puso su vida al servicio de la revolución. Con una perseverancia y abnegación constantes, se esforzaba cotidianamente por superarse, destacándose en el estudio, en el trabajo con los compañeros en los barrios, en el movimiento territorial, en el movimiento cultural.
Allí donde hiciera falta, el compañero siempre estaba dispuesto a poner sus brazos, su energía, su mente, su corazón y su constante alegría para construir esa sociedad a la que aspiramos.
Su vida constituye un ejemplo de una juventud que se compromete, que lucha, que no claudica ante ninguna dificultad, que enfrenta las adversidades con un gran esfuerzo por promover la organización del pueblo. Su sencillez, su humildad, su sonrisa compañera, fueron siempre un ejemplo para todos nosotros.
A pesar del dolor y la tristeza, nos comprometemos a levantar su ejemplo y compromiso, a continuar con su abnegación y tenacidad en el camino de lucha por el socialismo, para que en cada paso que demos, en cada grito, en cada puño en alto, en cada lucha, su corazón lata con el nuestro y con el de todos los compañeros que tuvieron el privilegio de conocerlo.
¡Hasta la victoria siempre Compañero Deli!
Agrupación Hombre Nuevo
5 de febrero de 2014
***
Para nuestro compa, el querido y abnegado Deli
Qué injusta que es esta vida.
Muy injusta, muy miserable.
Tanta bronca contenida siento, qué injusta que sos vida, con los hijos de nuestra clase.
De repente en un instante, te nos llevás al compa nuestro sin ni siquiera prevenirnos, con todo lo que lo queremos y con todo lo que lo necesitamos; con todo lo que lo necesita la lucha.
En apenas un puñado de tus jóvenes años comprendiste la más importante misión que tenemos en este mundo: luchar con todas nuestras energías, en todos nuestros minutos de vida, por el socialismo, que es la única esperanza para los pobres, la única esperanza para los que han sido arrojados décadas tras décadas al subsuelo de la patria.
Ahí estabas vos, compa, junto con nosotros, junto con nuestra organización, haciéndote hombre nuevo.
Supe desde el principio que eras muy bueno, que tenias buena madera... en las pequeñas cosas uno se da cuenta de eso.
Abnegación y humildad, abnegación para superarse, para ser mejores; humildad para saber escuchar y aprender; pedagogía para enseñar... sencillez, tenacidad y terquedad, eso es para mí el compañero Deli.
Valores todos que se cotizan más alto que todo el repudiable oro del mundo.
Tus orígenes proletarios sentaron los cimientos de un gran militante; el esfuerzo por formarte, tu propia praxis hizo otro tanto.
Qué triste me siento, compa, por no haber estado anoche, para advertirte si es que eso hubiera sido posible, para que no estuvieras solo en esos últimos minutos…
No te despido Deli… compañero.
No te despido porque sé que vas a estar siempre acompañándonos en Hombre Nuevo, riéndote y aportando con tu ejemplo.
No te despido, no te despedimos, porque todavía falta mucho por hacer, porque todavía hay que luchar mucho, y porque nos falta la victoria final de nuestra clase.
Ya nos vamos a estar viendo compa…
Sabé que acá hay una joven fuerte y firme organización que va a luchar sin retroceder nunca y sin claudicar jamás y que sabrá hacer honor a tu ejemplo, tan joven, pero inmensamente valioso.
Un abrazo eterno, compa.
Pini
***
Morir viviendo
“Pido a mis dioses o a la suma del tiempo que mis días merezcan el olvido, que mi nombre sea Nadie como el de Ulises, pero que algún verso perdure en la noche propicia a la memoria o en las mañanas de los hombres”
Jorge Luis Borges
La muerte es algo llamativo, no me digan que no. Al menos admitan que para nuestra cultura urbana del siglo XXI, es algo llamativo. La muerte es algo cotidiano, completamente normal para la sociedad. Es una condición sine qua non de toda biología que se pretenda científica. Las plantas se mueren, los animales se mueren, los hombres y las mujeres se mueren. Es así, no hay con que darle, la muerte existe y es parte de nuestras vidas. ¿Alguien puede negar eso? Claro que no. Ahora, ¿quién puede negar que para cada uno de nosotros, pensados individualmente, la muerte es algo único e irrepetible a la vez? Tenemos una sola muerte, y encima coincide con que allí se terminan nuestras vidas (al menos nuestras vidas terrenales).
Entonces ahí encontramos una tensión. Todos vamos a morir, está clarito. Ahí tenemos una certeza: vamos a morir. Entonces debiéramos preguntarnos: ¿cómo vamos a vivir? Y nuestra sociedad capitalista y la biología han elaborado una respuesta más bien práctica y que es asumida masiva-pasivamente por el grueso de la población: vamos a vivir muriendo. Y entonces claro, en cómodas cuotas de rutina capitalista iremos pagando nuestra muerte, de a poquito. Y ahí está bueno, porque no hay grandes sobresaltos, vas muriendo de a poquito, te vas apagando, vas dejando las esperanzas, te vas acomodando, acostumbrando, hasta que un día, te morís bien muerto, para siempre.
Y hay gente que no, que no le cabe la de las cuotas. Gente que vive a pleno, que vive cada día como si fuera el último, que vive, como dijera Borges en el poema ya citado, en el ápice vertiginoso del tiempo. Es esa gente que descubrió que es finita, que es pequeñita, descubrió que va a morir y decidió que así no va, que no da morir, que hay que trascender, y que para trascender no hay que esperar a que la ciencia descubra la inmortalidad ni aguantar pasivamente un cielo medio incierto. Para trascender hay que imprimirle a este mundo nuestra huella, esa huella que quedará, para siempre; esa huella que somos nosotros aunque ya no seamos nosotros. Esa huella que será trinchera para que otros conquisten el cielo en vida. Sólo así vamos a trascender.
Yo tuve un amigo, un mejor amigo, un artista, un compañero, un luchador, un organizador, un dirigente; que se negó a vivir muriendo, que se dio cuenta que tenía que trascender porque, tarde o temprano, se iba a morir. Entonces estaba apurado, quería trascender, iba del laburo al barrio, estudiaba música para embellecer el contramando que iba construyendo, iba en bici al profesorado, se la pasaba estudiando la sociedad y de reunión en reunión para planificar cómo ser más efectivo en la construcción de la huella que lo haría trascender. Y digo reuniones porque ya se había dado cuenta: solos no trascendemos, tenemos que juntarnos, organizarnos. Con mucha práctica y mucho estudio, descubrió que esa huella se llamaba comunismo y que había que vivir peleando por él, para así nunca morir.
En eso andaba cuando murió, murió de golpe. Se lo tomó muy a pecho eso de no morir en cuotas. Nos agarró desprevenidos, ni avisó, y así es que atravesamos a puro llanto su única e irrepetible muerte, la única que tenía.
Mi amigo era gigante, enorme. Él sentía fuerte, muy fuerte. De jovencito descubrió que pertenecía a una clase que tenía grandes capacidades y científicas posibilidades de cambiar la historia, y desde allí no dejó de entrenarse para aportar efectivamente a dicha transformación. Era de los que no sólo sabía, sino también sentía, que el socialismo meramente económico, sin la moral comunista, no nos interesa. Amó profundamente. Amó a su clase. Sintió en lo más hondo todas las injusticias. Amó a sus compañeros, a su familia y a su compañera.
Mi amigo estaba empeñado en trascender, estaba empeñado y lo logró. Porque Deli está objetivado en todo lo que construyó, y ahí sigue. Lo podemos rastrear, no es joda, está en cada asamblea, en cada lucha, está él, no cualquiera, él, en cada idea que salió de su cabeza y hoy sigue operando en la realidad, fuera de joda, opera. Y ahí está, bien vivo, en la lucha por el socialismo.
Nos duele, me duele. Porque se lo va a extrañar. Su honestidad, su perseverancia, su radical anticapitalismo, su ejemplo, sus chistes malos, su alegría, su colosa humanidad. Nos duele, pero hay que seguir, con los puños bien en alto, porque Deli luchó por la vida y no por la muerte, porque Deli sigue vivo en la lucha de los trabajadores.
Hoy, una nueva certeza nos tiene que ayudar a continuar: la certeza de saber que Deli no vivió muriendo, la certeza de saber que Deli murió viviendo.
Hasta la victoria siempre.
Chimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario