Sin embargo, el revés del día se lo impide, / un batallón de sombras se lo impiden, / López no podrá decirle al juez otra vez / -definitivamente otra vez- / cómo es una estrella en la nuca / a las cuatro de la tarde / ni cómo se construyen los muros / y cómo se atraviesan los muros / ni cómo los militares / destrozaban a un compañero. (Pablo Macías)
Después de muchos años de silencio, el albañil Jorge Julio López había juntado fuerzas para señalar y acusar a sus verdugos y ser la voz de los compañeros que fueron fusilados ante sus ojos mientras miraba por una abertura. Los alegatos del 18 de septiembre de 2006 demostrarían la responsabilidad de Miguel Etchecolatz como mano derecha de Ramón Camps durante los años más negros de nuestra historia.
Su causa, la número 16.060 del Juzgado Federal Nº 1 de La Plata, no tiene hasta el momento ni un solo imputado, detenido o sospechoso. No hay ninguna pista firme sobre la segunda desaparición de este testigo en uno de los primeros juicios por delitos de lesa humanidad. La investigación durante los dos primeros años estuvo a cargo de la propia Policía Bonaerense que brindó protección al represor Etchecolatz, cuya participación y la de su entorno en el secuestro de López es la principal hipótesis denunciada por todos los organismos de derechos humanos que no se asimilaron al gobierno. Un gobierno que supo levantar las banderas de los DDHH a nivel discursivo y cediendo algunas reivindicaciones al pueblo mientras que en 11 años sólo se ha condenado, a lo largo y ancho del país, a 403 represores por 2.400 víctimas en 104 juicios. Ello representa el 20% de los 2.000 genocidas procesados en estos años
El caso de Julio López está muy lejos de ser un caso aislado. La represión y la impunidad se pasean hoy por las calles, por los barrios, por las fábricas, en patrulleros o helicópteros, con uniforme, con traje o con chomba de mangas cortas siempre con el aval, la autorización y la complicidad del gobierno. El Estado es partícipe directo de esta política siniestra. El aparato represivo sigue impune y operando para desalojar a los pobres y dejar sin techo a miles de familias o para golpear a los que cortan la Panamericana reclamando por sus puestos de trabajo y contra la burocracia sindical.
Hace 8 años que Jorge Julio López está desaparecido. Hace 8 años que la búsqueda incansable de este compañero se ha convertido en un emblema de nuestra lucha contra la impunidad de ayer y de hoy.
Levantamos bien alto las banderas por las que luchaban nuestros compañeros detenidos desaparecidos, por un país sin explotadores ni explotados, por la creación de hombres nuevos y mujeres nuevas.
Como Julio, que fue la voz de sus compañeros, seamos hoy la voz de Julio.
No perdonamos, no olvidamos, no nos reconciliamos. Seguimos luchando contra la impunidad de los de arriba y la represión a los de abajo.
Convocamos: 18/9 17.30 marcha de Congreso a Plaza de Mayo con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia
No hay comentarios:
Publicar un comentario